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Frenos de Zapata - Qué Son y Cómo Sacarles el Máximo Rendimiento
Los frenos de zapata son un sistema de frenado que tuvo una gran popularidad durante el siglo XX. Su desarrollo va ligado al del propio ciclismo. Y aunque las tecnologías avanzan y en la actualidad disponemos de sistemas de frenado muy eficaces, los frenos de zapata no pasan de moda si atendemos al número de bicicletas que aún los conservan y los ciclistas que, acostumbrados a su empleo, no quieren renunciar a la experiencia que ofrecen. Leer más
En esta sección encontrarás los siguientes temas de interés:
Qué son las zapatas de freno de la bici
Los frenos de zapata, tal y como su nombre indica, funcionan con zapatas. Esta pieza viene a ser una palanca instalada en la bici que el propio ciclista manipula con el pie cuando quiere frenar. La fricción de la zapata es lo que genera el frenado.
Tipos de zapatas de freno
Existen dos modelos dentro de los frenos de zapata. En lo único que se diferencian es en la practicidad y economía de su mantenimiento.
Las más habituales son las zapatas clásicas, compuestas por una pieza única que se sustituye entera en caso de avería.
Las zapatas de cartucho son distintas, porque se compone de dos piezas: la sección firme que se instala a la llanta de la bicicleta y la pieza de goma que se manipula para frenar. La principal ventaja es que, en caso de rotura o deterioro, solo tienes que sustituir la pieza de goma, algo que, a la larga, resulta más económico. Este detalle también evita quitar toda la zapata al sustituirla.
Estándares de cambio de la zapata de cartucho
Si te decides por una zapata de cartucho, has de saber que existen dos estándares principales en el mercado. El primero es el Shimano, con una proporción más llamativa de superficie lisa. El Campagnolo, por su parte, es algo más dentado y, por lo tanto, incompatible.
Diferencias respecto a los frenos de disco y los frenos de llanta
Aquí nos encontramos la principal polémica dentro de los frenos de bicicleta. Una parte de los ciclistas considera que los frenos de zapata están anticuados, que pertenecen al pasado y que aquellos que los siguen empleando son unos nostálgicos. También los hay que los consideran, en caso de accidente, más peligrosos que los frenos de disco o los frenos de llanta, pero todo esto son opiniones, ya que los tres modelos están homologados y pasan numerosas pruebas antes de salir al mercado. La cuestión es que estas diferencias invita a compararlos y entender qué hay de verdad y qué de exageración en estas afirmaciones.
Para empezar, sí que es cierto que los frenos de disco ofrecen una excelente experiencia de frenado, pero, por contra, no pueden competir con el peso y el precio de los frenos de zapata, que son indudablemente más económicos. De todos modos, esa diferencia se reduce cada año con la introducción de nuevas tecnologías que abaratan el producto final.
Respecto al peso, la diferencia también es llamativa. Si lo tuyo es la velocidad y arañar segundos por medio de componentes ligeros, los frenos de zapata deberían ser tu primera opción.
Al margen quedan los frenos BMX, con un comportamiento tan específico que invita a mantenerlos al margen de esta discusión.
Elegir entre frenos de zapata y frenos de disco
Primero, esta decisión es personal, así que si se te ha metido en la cabeza comprar un freno de zapata o de disco, adelante, con los dos obtendrás excelentes resultados. Si, en cambio, prestas atención a los pequeños detalles, quizá te convenga preguntarte lo siguiente:
¿Cómo son mis salidas? Porque si vives en una región con lluvias habituales, quizá te convenga más escoger unos frenos de disco, mientras que si el sol es la tónica dominante, te puedes ahorrar unos euros comprando unos frenos de zapata.
Tanto los frenos de zapata como los frenos de disco afectan a las ruedas. Es comprensible, ambos las detienen, así que, en cierta manera, influyen en la estructura de la bici. Si aspiras a un tipo de llantas concretas, tendrás que investigar qué tipo de freno les sentarán mejor.
Cuándo cambiar las zapatas de freno
Las zapatas de freno no tienen una fecha de caducidad establecida. Su deterioro dependerá del uso que les des y de factores externos como el terreno que recorras en tus salidas.
Eso sí, sus muestras de deterioro son bastante evidentes y casi siempre van ligadas al desgaste de las piezas que las componen.
Para atender a estos síntomas, échale un vistazo a los surcos de la zapata. Este patrón está pensado para evacuar el agua y mejorar el frenado. Cuando veas que esos surcos están desapareciendo o han desaparecido por completo, ha llegado el momento de cambiarlas.
Puede darse el caso de que, por un lado, la zapata esté perfecta y, por el otro, comience a gastarse. Aparte del deterioro, significa que la zapata no está bien colocada. Conviene revisar la instalación de cara a la siguiente que compres, ya que esta, por desgracia, tiene los días contados.
Respecto a la instalación, cuídate de que la parte metálica de la zapata no roce la llanta de la bicicleta, ya que, a la mínima que frenes, esta resultará dañada. Sigue de cerca la posición de cada zapata, ya que, de tanto usarlas, tienden a aproximarse a la llanta. Puede ser por un lado o por ambos; en parte, responde a tus hábitos ciclistas, tanto los buenos como los malos.
Las zapatas también envejecen con la falta de uso. Ocurre cuando la guardas en un lugar húmedo o con mucho polvo. Existen altas probabilidades de que la zapata haya perdido rendimiento.
La clave a la hora de cambiar las zapatas de freno es prestar atención al frenado. Tiene que estar a la misma altura del primer día que rodaste con la bici.
Sustituir las zapatas de freno
Llegará un momento en que sean evidentes los síntomas de desgaste de las zapatas de freno. Si aún no estás en ese punto, quizá tus problemas se resuelvan tensando nuevamente el cable de freno. Esto se consigue regulando su tensión manualmente, con girar la tuerca reguladora ubicada en la maneta de freno es suficiente. Al enroscar, el cable se destensa, mientras que el movimiento opuesto lo tensa. Verás que todo va bien si, al desenroscar, las zapatas se acercan a la llanta.
Para cambiar las zapatas en sí, primero, hazte con una llave Allen. Primero, asegúrate que desencajas la guía del cable de frenado para que las levas queden libres. Una vez hecho, desatornillas las zapatas a sustituir.
Otro componente a tener en consideración son las arandelas que encontrarás al desmontarlas. Son las que permiten el movimiento rotular de la zapata. Presentan dos tamaños y una de ellas está en contacto con la llanta, por lo que conviene colocarlas en el orden que propone el fabricante. En sí, es un trabajo sencillo, aunque cuidadoso, ya que la zapata nunca debe tocar el neumático y quedar centrada a la banda de frenado. También recuerda que la mayoría de zapatas tienen lazo izquierdo y derecho, no las confundas durante el montaje, aunque los fabricantes suelen especificarlos con pequeñas marcas en la propia zapata.