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Discos de Freno para Bicicleta - Características y Tipos Destacados

Junto a las pastillas, el disco de freno es una pieza fundamental en los sistemas de frenado hidráulico. De constitución metálica y aspecto dentado, los modelos disponibles en el mercado ponen énfasis en el peso y el rendimiento. Decidirse por uno puede cambiar la experiencia sobre la bici, de ahí que cada disciplina ciclista saque mejor partido de un tipo u otro. Los discos de freno son piezas sometidas a enormes tensiones, de ahí que se le otorgue importancia a la resistencia de los materiales empleados, a la dilatación y las deformaciones derivadas de la frenada. Leer más

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Características de los discos de freno

Los discos de freno para bicicleta son accesorios populares ya que, dependiendo del uso que le des a la bici, tarde o temprano tendrás que sustituirlo por uno nuevo. Casi todas las grandes marcas los tienen en su catálogo como pieza independiente, aunque también pueden ofrecerse como parte de un grupo junto a componentes del sistema de freno de la bici y la transmisión. En ese sentido, los profesionales recomiendan no mezclar marcas y productos sin acumular experiencia con ellos por separado, ya que el rendimiento nunca será el mismo entre piezas del mismo grupo y piezas que se han reunido por circunstancias ajenas como el precio. Las primeras han sido sometidas a innumerables pruebas antes de salir al mercado.

Los discos de freno son discos dentados que se fabrican en materiales como el aluminio, el acero o el carbono. Son los intermediarios entre el freno y la rueda dentro de los sistemas de frenado hidráulico. Su diseño permite la gradación de la frenada, desde progresiva a súbita. Hasta cierto punto, recuerdan en su funcionamiento a los frenos de zapata.

El disco de freno se instala en el buje, con dos estándares de colocación. Encontrarás el sistema center-lock, de montaje rápido y con un adaptador con patrón estriado que puede quitarse fácilmente con el extractor de piñones. Acostumbra a verse en bicicletas de gama media y alta.

En cambio, el sistema de 6 tornillos es más laborioso aunque los resultados sean igual de buenos. También es popular, así que lo tendrás fácil a la hora de encontrar un recambio compatible. Por otra parte, funciona con tornillos torx del 25, un estándar habitual en los componentes para bicicletas.

En sí, los dos sistemas cumplen la función. El montaje de uno es más rápido e intuitivo, ya que el sistema de seis tornillos te obliga a prestar atención a la serigrafía del disco de freno y respetar la orientación que te propone. Con el sistema center-lock todo es casi imposible equivocarse durante la instalación.

Esta pieza tan vital se fabrica en acero inoxidable debido a la resistencia que este material presenta ante la abrasión. Además, es bastante económica y responde igual de bien ante las pastillas de freno de resina como frente a las mecánicas o las de cerámica. Este tipo de discos son habituales en las bicicletas urbanas y las bicis para principiantes, tanto en carretera como en montaña.

Si bien los discos de freno de aluminio se ven en competición y en disciplinas extremas, en estos casos, los mejores incluyen núcleos de aluminio, un material que trabaja mejor con las altas temperaturas y fricciones que se dan durante el frenado. 

Tamaño de los discos de freno

No existe un estándar, solo una serie de consejos que varían según la disciplina que practicas y tus necesidades con los frenos de disco. Cada marca trabaja con unas medidas, y aunque se dan coincidencias y los catálogos pueden llegar a ser enormes en su variedad, has de tener en cuenta que, a mayor tamaño del disco de freno, mayor la potencia de frenada. Por contra, las dimensiones influyen en el peso del disco. Esta lógica es sencilla aunque no olvides que hay que tener en cuenta el adaptador del puente, que también tendría que cambiarse para ir a la par.

Las dimensiones habituales de los discos van de los 140-200 mm. Las bicicletas de carretera confían en discos de 140-160 mm, mientras que el ciclismo senderista y algunos recorridos de cross-country se bastan con 160 mm. Solo el all mountain y el enduro, por necesidad, recurren la inmensa capacidad de frenado de los discos de freno de 180 mm. Más allá de estas cifras tenemos los 200 mm que exigen disciplinas como el downhill y el freeride, donde es más sencillo que tengas que frenar bruscamente.

Tipos de discos de freno

Los discos de freno te pueden parecer iguales a simple vista. Es comprensible, ya que su característica forma circular no varía enormemente entre los modelos disponibles. En sí, son dos los tipos de discos de freno: los clásicos y los discos flotantes.

Los discos flotantes son algo más complejos en funcionamiento e instalación. Reciben este nombre porque, hasta cierto punto, hacen honor a su nombre. Flotan, no quedan fijos del todo a la araña, y transmiten una sensación de holgura que da juego en los lados y en el eje. Por otra parte, el disco se acopla mucho mejor a las pastillas de freno cuando estas lo muerden durante el frenado.

Los discos clásicos, en cambio, quedan bien fijos, son menos flexibles y en ellos se da una “mordida” más implacable, con mayor tendencia al calentamiento y el desgaste.

Mantenimiento de los discos de freno

Los discos de freno son piezas que tardan en desgastarse, pero lo hacen y, en ocasiones, ni te habrás dado cuenta. Para que no te sorprendan, fíjate en el propio disco, en su grosor, ya que si se vuelve muy fino dejará de ser útil y corre el riesgo de quebrarse o no cumplir con su función. Atento a la abreviatura “Min. TH.” pues esta indica el grosor mínimo al que el disco debería llegar. Si este dato no te convence y temes que la pieza haya superado su grosor mínimo recomendado, emplea un calibre para medirla manualmente.

Otro síntoma de problemas con los discos de freno es el ruido de las pastillas al encajar mal. Es muy probable que el disco esté doblado y, una de dos, tengas que sustituirlo o devolverle la forma original (nada sencillo pero económico).